En la Universidad Nacional de Colombia la autonomía no es solo una palabra, es una práctica viva que le permite a la comunidad académica reestructurar sus instituciones y normas. El proceso constituyente es un espacio de creación y recreación colectiva, donde la reforma del gobierno universitario se convierte en el primer paso hacia una verdadera democratización.
Más allá de la estructura tripartita definida por la Ley 30 de 1992 y el Decreto 1210 de 1993 (Consejo Superior Universitario, Consejo Académico y Rectoría), la comunidad universitaria tiene plena autonomía para reestructurar aspectos clave: la composición del Consejo Académico y de los consejos de facultad y sede, la elección de rectores, decanos y directores, así como y la existencia, estructura y funciones de otros cuerpos como los claustros y colegiaturas. Todo esto con la aprobación final del Consejo Superior Universitario, pero con el sello indeleble de la participación colectiva. Adicionalmente, la comunidad universitaria puede deliberar sobre si es necesario impulsar una transformación legislativa de largo alcance, que modifique la composición del Consejo Superior Universitario y la estructura tripartita mencionada.
La autonomía universitaria no se limita a lo gubernativo. Temas como el bienestar estudiantil, la inclusión de género, la lucha contra el capacitismo, la innovación pedagógica y la articulación entre lo académico y lo administrativo también son parte de este proceso. Sin embargo, el gobierno universitario y su democratización son el corazón de esta transformación, porque sin autonomía no hay verdadera autodeterminación.
En un mundo donde los poderes económicos, políticos, religiosos y culturales buscan influir en la producción de conocimiento, la autonomía universitaria es un escudo protector. Si son mayoritariamente los miembros de la comunidad universitaria quienes gobiernan las instituciones académicas, la autonomía está vigente. Si son los poderes externos o poderes internos oligárquicos, la autonomía se desvanece. La capacidad de “darse sus propias normas” es lo que le permite a la comunidad universitaria regular libremente los asuntos gubernativos, académicos, financieros y administrativos de la institución.
El autogobierno es el momento en que la comunidad universitaria alcanza acuerdos básicos y los institucionaliza a través de cuerpos asamblearios incluyentes y autónomos. Pero la democracia no es estática: el cogobierno refleja los conflictos y negociaciones permanentes entre docentes, estudiantes, egresados y trabajadores administrativos. Es en este equilibrio entre consenso y disenso donde se construye la verdadera democracia universitaria.
El proceso constituyente no busca solo reformar, sino reinstituir. Es un espacio donde el conflicto y la deliberación llevan a la creación de nuevas normas e instituciones, siempre con el objetivo de fortalecer la autonomía y la democracia. Cuando el autogobierno, el cogobierno y la jerarquía fluyen libremente, estamos ante una verdadera democracia universitaria: un sistema donde las diferencias se tramitan sin violencia y las instituciones están siempre abiertas al cambio.
Este proceso combina dos tradiciones fundamentales: la autogubernativa, que radicaliza la autonomía de la base, y la cogubernativa, que equilibra la toma de decisiones desde arriba y desde abajo. Ambas buscan proteger a las minorías, fomentar la rendición de cuentas y garantizar que la universidad sirva al interés público.
El proceso constituyente es una oportunidad histórica para democratizar el gobierno de la Universidad Nacional de Colombia. Es un llamado a combinar autonomía, participación y responsabilidad, siempre en beneficio de la comunidad universitaria y de la sociedad en su conjunto.